Ambiente mexicano y muy familiar en la boda de Rogelio y Mónica
Pasaron varios meses para que esta pareja de veracruzanos tuviera su primer encuentro y nunca volviera a separarse. Disfruten su historia y cada uno de los detalles de su boda en la que consintieron a sus invitados con un estilo muy mexicano.
Aunque han vivido y nacieron en diferentes ciudades del estado, Veracruz es el lugar en el que esta historia comenzó. Rogelio, un ingeniero con ideas firmes y muy aventurero, y Mónica, una publicista creativa y muy sensible, se dieron el “sí, quiero” en una hermosa boda de estilo mexicano y con un ambiente muy relajado. Cada momento fue capturada por la lente de Camilo Jaimes Photographer, su proveedor de fotografía, quien también fue su cómplice en una hermosa sesión preboda al aire libre.
Un primer encuentro que tardó algunos meses
Mónica vio por primera vez a Rogelio en un concierto en el teatro de Xalapa en mayo de 2011. Entre muchas personas, ella se fijó en él, quien capturó su atención, así que decidió investigar quién era. Resultó ser hermano de uno de sus amigos de la universidad, quien los sugirió de amigos en Facebook. Se agregaron y su primer contacto fue un saludo. Nada más.
Al cabo de cinco meses, empezaron a hablar por una simpleza. Las pláticas eran cada vez más frecuentes y largas; sin embargo, cuando planeaban quedar, por una u otra razón, no se concretaba la cita. Un día, Rogelio le comentó que se mudaría de Xalapa a Coatzacolacos, lo cual a Mónica no le pareció mal, ya que su familia radicaba ahí e iba cada determinado tiempo.
En febrero de 2012, Mónica fue a visitar a su familia y finalmente se encontró con Rogelio. Y a partir de ese día, ya nada fue igual. La amistad se estaba transformando, no podían estar el uno sin el otro y empezaron a comunicarse por videollamadas y mensajes diarios. En Semana Santa de ese mismo año comenzaron su noviazgo.
La pedida, con una respuesta ¿negativa?
En medio de una plática sobre su futuro y algunos planes que querían llevar a cabo, Rogelio salió corriendo abruptamente del cuarto, lo cual desconcertó bastante a Mónica. Cuando regresó, se arrodilló y le pidió matrimonio.
Mónica estaba tan nerviosa que no escuchó todo lo que Rogelio le dijo, solo pudo entender: “¿te quieres casar conmigo?” Estaba tan nerviosa, porque sabía que no tenían los ahorros suficientes, que fueron los nervios los que hablaron por ella: “no, no, no me des aún el anillo”. Ambos no pudieron evitar soltar una carcajada y Rogelio le dijo que no tenía nada de qué preocuparse, que simplemente no podía aguantar más sin pedírselo y que lo resolverían de alguna forma. Ambos estaban felices de seguir escribiendo su historia después de cuatro años de noviazgo.
Estilismos ligeros y elegantes
El vestido de novia de Mónica era de corte A con un hermoso escote ilusión. Los detalles de encaje le daban un toque elegante y sofisticado junto con los botones de la espalda. No era el típico vestido de color blanco nuclear, pues prefirió uno color hueso del que resaltaban las delicadas aplicaciones blancas.
Siempre soñó con un vestido de novia sencillo y cómodo y, aunque al final el suyo no fue tan sencillo, quedó gratamente sorprendida con su ligereza. Eligió un peinado recogido con un colorido tocado de flores rosas, púrpuras y blancas que hacía juego con su ramo de novia. Un largo velo y discretas joyas completaron su look, con el que, además de elegante, lucia hermosa.
Rogelio la esperaba en el altar con un traje clásico de tono gris azulado y corbata lila. Un boutonniere que hacia juego con el ramo de ella y su sonrisa fueron los complementos perfectos para dar el “sí quiero”.
Estilo mexicano y muy jovial
Mónica y Rogelio decidieron celebrar su boda en un jardín a la orilla de un río con hermosas vistas. Siempre soñaron con algo relajado, sin protocolos estrictos ni situaciones acartonadas. Querían que la alegría y diversión fueran los ingredientes de su celebración.
Durante la misa, ambos estaban muy nerviosos y sentían que el sacerdote estaba un poco malhumorado. Al momento de decir los votos, los dos se quedaron congelados y, aunque los regañó un poco, después les ayudó. Fue un momento gracioso, según recuerdan hoy.
La temática fue mexicana, así que los colores y los detalles no faltaron en la recepción. El papel picado resaltaba en todo el lugar, así como los arreglos florales y el hermoso pastel de boda. Además, completaron la decoración con fotografías, series de focos y letras XXL iluminadas que destacaron aún más al caer la noche.
Uno de los momentos más especiales fue su primer baile, la forma en la que se miraban y sonreían lo decían todo. Y otro momento muy emotivo fue el discurso del padrino. Eligieron a Daniel, el hermano de Rogelio, quien los había presentado. Fue muy emotivo, franco y gracioso, así que las risas no faltaron mientras recordaba a los recién casados muchos de los momentos especiales de su relación.
Detalles que marcan la diferencia
Además de la decoración, Mónica y Rogelio cuidaron todos los detalles para que se sintiera el toque mexicano. Se sirvió botana en grandes platos de barro y había deliciosos dulces típicos que deleitaron los paladares de sus invitados. Una barra de bebidas servidas en jarritos encantó a todos, así como las plantitas en macetas de barro que dieron como recuerdo de boda.
Fue una fiesta muy divertida, en la que el baile y el buen ambiente duraron por horas. Ningún invitado se fue sin escribir algo en el libro de firmas deseando toda la felicidad a los recién casados.
Mónica y Rogelio decidieron posponer la luna de miel y disfrutar con sus familiares, que viajaron para poder acompañarlos en este día tan importante. Tienen toda una vida por delante para concretar planes y disfrutarlos… Esto apenas comienza, ¡felicidades!