¿Nerviosa? ¡Practica Yoga antes de la boda!
Te contamos todos los beneficios del yoga y cómo iniciarte en su práctica para que puedas relajarte y disfrutar cada momento de tu boda, ¡lee este artículo!
Si estás a punto de casarte, tienes razones para estar nerviosa: la presión de los preparativos, la cercanía del inicio de una nueva vida, la proximidad de un día muy importante. Organizar y vivir una boda puede volverse una carga pesada y producir sentimientos negativos, e incluso malestares físicos. Además, estas fatigosas sensaciones pueden acumularse hasta impedir que disfrutes de momentos de dicha y de experiencias placenteras. La práctica de yoga, según se ha demostrado, tiene numerosos beneficios que puedes aprovechar realizando algunos ejercicios, como los que te sugeriremos en este artículo.
El yoga es una disciplina y una filosofía que se fundamenta en el desarrollo físico, la observación y reconocimiento de nuestra mente y la experimentación sensorial y sentimental para el enriquecimiento de la vida espiritual. Tiene raíces y vínculos con el budismo, el hinduismo y la meditación, así como con los preceptos de estas tradiciones. Sin embargo, el yoga nos conecta con nosotros mismos, con nuestro presente y con nuestra espiritualidad, sin importar la religión a la que pertenezcamos.
Hay varios tipos de yoga y cada uno se concentra en diferentes cualidades. El Hatha Yoga es una de las escuelas más populares: ayuda a aumentar la flexibilidad y genera un correcto funcionamiento de nuestro organismo. Sus movimientos, llamados asanas, son muy efectivos para ejercitarse, relajarse y conocer nuestro cuerpo. Además, el yoga aumenta nuestra autoestima y nuestra capacidad de concentración.
Es muy importante practicar yoga a conciencia, entregándonos al momento y a nuestras sensaciones. Puedes inscribirte a clases particulares o practicarlo en tu casa. Ambienta, si así lo deseas, usando incienso y poniendo música relajante. Puedes comprar una mat o usar una toalla o una alfombra suave, para no lastimarte. Otros materiales que puedes conseguir para facilitar tu práctica son una cobija, un cinturón un zafu y bloques de yoga; todo esto puedes sustituirlo con materiales que tengas a tu alcance, como almohadas, un listón y libros o cajas.
Es importante que realices tu práctica de yoga cuidando en todo momento de tu cuerpo. Realiza movimientos lentos y no te tenses ni interrumpas tu respiración. Al principio puedes hacerlo con los ojos abiertos, pero procura, poco a poco, cerrarlos y confiar en ti misma. Realiza la rutina que sea más cómoda para ti y de la manera que te resulte más placentera. Puedes realizar los movimientos que te sugerimos en ciclos de 15 a cuarenta minutos, pero no te fijes en el tiempo: busca un momento de calma para poder realizar los movimientos tanto tiempo como necesites. Las siguientes posturas son ideales para la relajación:
Adho Mukha Svanasana: el perro hacia abajo
Empieza con las rodillas en el suelo y debajo de la cadera. Tus manos deben estar bajo los hombros. Apoya las puntas de los pies y, sin despegar las manos del piso, levanta tus caderas. Estira tu espalda y procura que toda la planta del pie esté apoyada en el piso. Tu cabeza y cuello deben estar relajados y tu vista debe ir hacia las piernas. No te concentres en estar estática en la postura, sino en buscar la mejor posición de tu cuerpo. Nunca arquees tu espalda y cuida de tu respiración. Puedes flexionar tus rodillas un poco o mover de un lado a otro tu cadera.
Uttana Shishosana: el cachorro
Siéntate de rodillas, con las caderas sobre tus talones. Inhala profundamente y lleva tu torso hacia el suelo, con la espalda bien estirada. Estira también tus brazos hacia el frente y apoya tu frente en el piso. Puedes caminar con tus manos hacia enfrente o hacia los lados para estirarte mejor. Si quieres estirar aún más tu espalda, separa tus caderas de los talones y elévalas lo más que puedas sin salir de la postura y respirando profundamente.
Utanasana
Inicia de pie, inhalando y exhalando profundamente. Inclinando lo más posible tu cadera sin doblar las rodillas, lleva tu torso hacia tus piernas. Apoya tus manos en el piso o abraza tus codos alrededor de tus piernas. Lo más importante de esta postura es que no tuerzas tu espalda y que relajes tu cuello. Puedes flexionar un poco las rodillas, si lo necesitas.
Matsyasana: postura del pez
Recuéstate y apoya tus antebrazos en el piso. Levanta lentamente tu pecho y apoya tu coronilla en el piso. Tu pecho y tus hombros no están en el piso, no están tensos y no se pegan a tus orejas. Respira en la postura y relaja la parte más alta de tu cuerpo.
Gato arriba, Gato abajo
La postura del gato es de las más relajantes y populares del yoga. Coloca tus manos bajo tus hombros y tus rodillas bajo tus caderas. Coordinando el movimiento con tu respiración, arquea tu espalda, presiona con las manos en el piso y levanta el cuello y tu cadera. Después, lentamente, lleva tus caderas hacia los talones, sume el abdomen y baja tu barbilla.
Urdhva Mukha Svanasana: perro mirando arriba
Recuéstate boca abajo. Pega tus brazos a tu cuerpo y levanta tu torso, arqueando la espalda y llevando la cabeza hacia atrás. Excepto tus pies, todo tu cuerpo está separado del suelo y tus hombros no están tensos ni pegados a las orejas. Respira y baja lentamente hasta recostarte de nuevo.
Viparita Karani
Los avanzados en yoga practican esta postura con el apoyo de sus manos sobre las caderas o incuso abrazando sus codos sobre su cabeza. Sin embargo, puedes realizarla pegando lo más posible tus glúteos a una pared, con las piernas estiradas sobre la misma y la espalda bien estirada y acomodada sobre el suelo. Esta postura es ideal para la circulación, por si estás cansada de caminar, o para ayudarte a dormir. Puedes permanecer así todo el tiempo que quieras.
Bhujangasana: la cobra
Acuéstate boca abajo. Sin despegar ni el coxis ni las piernas del piso, eleva tu pecho, tus hombros y tu cabeza, manteniendo tus brazos rectos. No pegues los hombros a tus orejas y respira profundamente, estirando lo más que puedas tu espalda. Si esta postura te cuesta trabajo, realiza la esfinge: apoya tus antebrazos y palmas de las manos en el piso y eleva y abre tu pecho.
Puedes intercalar tu práctica con movimientos de cabeza y de hombros, para relajar esta parte de tu cuerpo. Si necesitas descansar entre los movimientos, recuéstate boca arriba y toma los dedos pequeños de tus pies con tus manos, después balancéate a un lado y al otro; esta postura se llama “postura del niño feliz”. Al final de tu rutina, puedes realizar ejercicios de meditación o de respiración profunda, ya sea en la postura de la flor de loto, en Savazana (tumbada), en Anjali Mudra (con las palmas de las manos juntas y en el centro de tu pecho) o recostada con las plantas de tus pies tocándose entre sí.
Relaja, con ayuda de tu respiración, cada parte de tu cuerpo, o respira en tiempos: inhala cuatro segundos, retén el aire por cuatro segundos, exhala por cuatro segundos y espera cuatro segundos más antes de volver a empezar. Todos estos ejercicios te ayudarán a sentirte mejor, a dormir profundamente y a tener energía durante el día. Acompáñalos de una dieta balanceada y de una correcta hidratación y verás cómo el día de la boda eres una persona revitalizada. Namasté.