El amor según la química es una droga muy fuerte. ¡Descubre por qué!
Además de magia, el amor tiene toda una ciencia detrás y es que se trata nada más y nada menos que de una combinación de hormonas y reacciones químicas en nuestro cerebro al recibir distintos estímulos.
Las mariposas en el estómago, el cosquilleo en manos y pies cuando nos besan apasionadamente, los bellos erizándose y el conjunto de sensaciones que viene con ello al ver a la persona que nos gusta. Todo esto tiene razón de ser y a la ciencia no le parece poca cosa, por lo que se ha encargado de buscarle explicación, pero ni todos los estudios alcanzan a describir lo mágico que es enamorarse y sentirlo de pies a cabeza. ¿Te habías preguntado cómo se originan todas estas sensaciones o solo te dedicabas a vivir el momento?
Índice de contenidos
- ¿Qué tan adictivo es el amor?
- ¿Qué tipo de droga es el amor?
- Dopamina, mi amor…
- Abrazos, apapachos y oxitocina
- En busca de la serotonina (y la felicidad)
- Manos sudorosas (un regalito de la noradrenalina)
- Y sí, “la costumbre es más fuerte que el amor”
¿Qué tan adictivo es el amor?
El deseo de amar y ser amados es natural, es humano. La sensación de estar enamorado no tiene comparación, nos pone en un estado de vulnerabilidad poco comparable. Por ello, es tan doloroso cuando nos “rompen el corazón”. Pero la parte bonita va acompañada de las famosas mariposas en el estómago, euforia y felicidad constante, en vez de efímera. Pues este cúmulo de experiencias de película es ocasionado por las volubles hormonas.
¿Qué tipo de droga es el amor?
Como dijimos, el amor es una de las sensaciones más fascinantes, que nos causa una felicidad constante, pero también es una emoción compleja. No es una droga como tal, pero tiene efectos similares es el cerebro, pues en ese momento, el del enamoramiento, nuestro cerebro libera una mezcla de neurotransmidores, como la dopamina, la oxitocina y la serotonina, que nos hacen sentir eufóricos, además de sentir una conexión inigualable. Como seguramente lo has escuchado, es una montaña rusa de emociones, que, en ocasiones, puede ser desafiante y, cuando se quiebra, uno de los vivencias más dolorosas de la vida.
Dopamina, mi amor…
Ese golpe de euforia y energía inigualable cuando empezamos a enamorarnos y se quiere escapar el primer “te amo” es gracias a la dopamina, La neurohormona que aumenta el ritmo cardiaco y la presión arterial. Su funcionamiento es relativamente simple: recibimos un estímulo externo (como escuchar de vuelta el “te amo”, hacer ejercicio, meditar e incluso dar un paseo) o interno (la oxitocina actuando) y llega el llamado fenómeno “subidón del corredor”, porque la dopamina nos da una sensación de satisfacción fugaz. De hecho, no en vano se dice que la dopamina es el sistema de recompensa del cerebro, el “problema” está en que cuando desaparece... ¡abstinencia! Y sí, puede que actúes como adicto o adicta en recuperación, recayendo varias veces para conseguir pequeñas dosis de amor.
Abrazos, apapachos y oxitocina
Cuando empezamos a formar un vínculo con alguna persona especial, nuestro funcionamiento neuronal se ve afectado porque aparece la protagonista del apego: la oxitocina. Esta hormona cambia conexiones neuronales para forjar vínculos permanentes (o al menos así los sentimos durante años y años) con la pareja amorosa en cuestión. Pero, ¿cómo se produce? ¿Identificas la sensación de comodidad y conexión inmediata cuando abrazas a esa persona sin ninguna limitante? ¿O ese cosquilleo cuando se toman de la mano por primera vez? Pues estas interacciones dan lugar a la oxitocina que funciona como una droga causando una avalancha de emociones —aunque no siempre positivas—. Los celos y la sensación de vacío, angustia e incertidumbre que viene con ellos, también son obra de esta hormona que, a su vez, dispara la producción de cortisol generando miedo y estrés.
En busca de la serotonina (y la felicidad)
Quizá la hormona más aclamada de todas. La serotonina es la patrocinadora de la felicidad y es tan solicitada no solo porque da la sensación de bienestar, optimismo y calma, sino también porque —aparentemente— cuanto más felices estamos, más atractivos nos vemos. ¿Lo habías notado? Casi siempre las personas que denotan mayor seguridad en sí mismas también son las más guapas. Y es que felicidad es sinónimo de vivir en un entorno de respeto y con sentido de pertenencia, lo que se traduce en confort. Sin la serotonina empiezan a asomarse monstruos como la depresión, la ansiedad y las obsesiones que solo se logran domar del todo con experiencias positivas, drenando los pensamientos intrusivos (terapia) y a veces con fármacos si se habla de la inexistencia total de la hormona.
Manos sudorosas, un regalito de la noradrenalina
¿Te sudan mucho las manos? Esto puede ser súper incómodo, sobre todo si es en momentos donde te gustaría sentir mayor confianza y comodidad, pero también suelen ser los que implican cierta cantidad de tensión. Cuando tus manos empiezan a transpirar significa que la noradrenalina está haciendo de las suyas. Se trata de un neurotransmisor primo de la adrenalina, pues sus efectos son muy similares. Se relaciona directamente con el estrés y por ende nos causa taquicardia y reacciones como fuertes y profundos suspiros, que no son otra cosa que el cuerpo tratando de oxigenar la sangre, pues está en una clase de “mecanismo de defensa”. Por si fuera poco, las manos sudorosas casi siempre van acompañadas de unas mejillas rojas y un ligero temblor en el tono de voz… Sí, como en la primera cita, el primer beso o el primer encuentro romántico.
Y sí, “la costumbre es más fuerte que el amor”
Tal cual ocurre con las drogas en determinado momento, la liberación de todas estas hormonas produce adicción, pero cuando se consumen (en este caso cuando se producen) por periodos largos en las mismas cantidades, empiezan a perder efecto porque el cuerpo se acostumbra a ellas. Es ahí donde llega la crisis en forma de estancamiento dentro de la relación, desenamoramiento, desencanto o el final anunciado del romance. Sin embargo, es cierto que en ese momento está el verdadero reto y no es que se romantice, sino que hay que buscar nuevos estímulos dentro de esa relación para que la producción de hormonas repunte y descubramos si el amor y la felicidad siguen ahí.
Así que sí, el amor es todo un arte, pero, sobre todo, una ciencia que exige estudio, atención y experimentación. ¿Alguna idea saludable para mediar tu producción de neurohormonas amorosas?
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