La boda de Alan y Patricia en León, Guanajuato

La crónica de nuestra boda

Tuvimos una boda muy chiquita (100 personas), fue en la Quinta Maravilla, en el jardín alredor del kiosco. La comida fue crema de poblano, lomo en salsa agridulce que sabía un poco como barbecue y pastel de tres leches. Gran parte de los preparativos los hice yo, incluida la mesa de dulces que la montamos mis amigas y yo ese mismo día por la mañana. Mi vestido fue hecho a medida por un diseñador de Guadalajara que se llama Rafa Marquez y quedó más increíble de lo que hubiera esperado. Nuestro vals fue ensayado por chambelanes para quince años, por lo que teníamos pasos y todo para que nos saliera increíble, sin embargo, en el último minuto a mí se me olvidó un paso y a Alan casi se cae en una cargada.

Había miles de detalles que me tenían con los nervios de punta antes de la boda, y después de la boda lo único que sentí fue felicidad, de haber compartido una fiesta tan linda con mi ahora esposo (se la pasó bailando), de haber podido estar con mis amigos y familia que no les hizo falta nada, casi no regalamos tonterías en la pista, no tuvimos grupo versátil, tuvimos un DJ y una playlist buena onda que un amigo nos armó para la hora de la comida. No tuvimos fotógrafo, pero los recuerdos se me quedarán en mi memoria siempre.