La boda de Dagoberto y Mary Carmen en Tlalpan, Ciudad de México

La crónica de nuestra boda

Sonó mi alarma y jamás había despertado a la primera, esta vez salté de la cama, corrí a darme una relajante ducha porque a las 7 am tenía que estar con mi estilista ¡para la transformación!

7:00 am lista para que me pusieran hermosa, de verdad que no podía dejar de sonreír, mi carácter siempre ha sido demasiado anímico y muy bromista y pues bueno, mi maquillista no dejaba de alabarme lo bonita que había quedado (después de 3 horas). Después de mí siguió mi mamá, en cuanto me arreglaron busqué el solecito, moría de frío creo que eran los primeros síntomas de nervios, tenía la piel chinita. Después de que mi mamá quedó bellísima corrimos al carro donde mi guapo papá ya nos estaba esperando para podernos ir a casa a terminar el atuendo de novia.

Llegando a casa mi papá me dirigió unas palabras que por cierto mi fotógrafo se perdió pues porque llegó tarde y no le dio tiempo de grabar toda esa chulada de cosas que vivimos mi familia y yo, cosa que me tenía nerviosísima, pero bueno no fue cosa de él si no que del tráfico que no ayudó nada. Mi mami empezó a sacar a todos porque yo me tenía que poner la ropilla sexy que va de bajo del vestido y mi vestido en ese momento, pues yo temblaba literal, se me bajó la presión, me dieron un jugo de no sé qué, que hasta me puso más feliz, dieron las 11 y mi estimado fotógrafo, bueno el hombre, pero impuntual, no llegaba y tuvimos que salir corre y corre hacia la iglesia, había un tráfico que bueno ya me daba el cuarto, respiré y una caricia bella de mi madre en el rostro me calmó, y eso, un mensaje de mi esposo que ya estaba muy puntual en la iglesia con mis suegros y padrinos de velación! Eso era lo que importaba, así que me relajé y dije que se espere, para que fuera más emocionante, pues no lo fue porque llegué 10 minutos antes de la celebración. La misa hermosa, ¡palabras bellísimas del sacerdote!