La boda de Eduardo y Samara en Morelia, Michoacán
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E&S
20 Jul, 2024La crónica de nuestra boda
Nosotros fuimos de los que quisimos vernos hasta el altar, así que cada uno inició su mañana de forma distinta. Él se preparó junto con sus papás y hermanos, y como era de esperar, yo tenía visita en el salón junto con mis damas y mi mamá. Todo iba a la perfección, sin embargo, el clima en julio es impredecible, y esa mañana cayó un tormentón. Además, me enfermé del estómago, seguro por los nervios y el estrés previo. Sin embargo, estábamos decididos a que nada iba a arruinar ese día tan esperado, así que contra viento y tormenta seguimos adelante con la buena energía que siempre nos caracteriza.
Un gran reto fue compartir las instalaciones del hotel donde me terminaría de arreglar, ya que teníamos programada la sesión del get ready, pero de los dos, jeje. Gracias a Dios y a todos nuestros cómplices, no nos vimos hasta lo planeado, pero los nervios estaban al mil.
Llegó el momento... llegó el auto por la novia, mientras que mi novio, junto con los invitados, partieron a la iglesia, que afortunadamente estaba a unas cuadras. Pfff, con el miedo a que lloviera nuevamente, me arriesgué, pues habíamos rentado un bonito clásico convertible. Era nuestra ilusión que yo llegara en él a la iglesia. Justo en la mañana había recibido una llamada del proveedor de la renta, donde me preguntaron si seguíamos con el convertible o si quería que prepararan otro auto, porque el día había estado lloviendo y, a ratos, se quitaba. Pues me arriesgué y les dije que adelante con el convertible. Así que, cuando llegó, tenía la esperanza de que la lluvia nos dejara seguir con el plan, ¡y así fue! Milagrosamente, en el momento que tenía que recorrer la calzada para llegar a la iglesia, dejó de llover (los milagros suceden, y más el día de tu boda). Fue un momento increíble, me sentía como estrella en el festival de cine de mi ciudad, pues todos los que pasaban querían tomarse fotos, y las niñas pequeñas pensaban que era una princesa. Fue maravilloso, porque también se acercaban las personas a darme sus buenos deseos y bendiciones para el nuevo matrimonio.
Seguir leyendo »Llegamos a la iglesia. Estaba a punto de ser el momento que la mayoría de las chicas soñamos, esa caminata hacia el hombre que será tu esposo. Fue precioso. La verdad, al inicio estaba nerviosa, pues aunque lo había soñado muchas veces, jamás imaginaba cómo se vería todo. Cabe señalar que nos casamos en un templo precioso, en Morelia, Mich., el Templo de San Diego. La verdad no pudimos elegir mejor lugar, pues desde que me paré en ese pasillo, todo el templo irradiaba luz, y comencé la tan esperada caminata. Ver a todos nuestros amigos y familiares tan llenos de alegría me dio una sensación de orgullo y felicidad inmensa, pero cuando al fin lo vi a él, con su traje impecable color petróleo y sus ojitos llenos de ilusión y cristalinos de emoción... ¡Lo supe! Estaba caminando hacia el hombre de mi vida, y era el inicio de algo realmente hermoso.
La ceremonia fue muy emotiva, y a ambos nos llegaron mensajes súper bellos a través de lo que decía el padre. Sinceramente, yo esperaba que al finalizar dijera la tan icónica frase de "ahora puedes besar a la novia", pero no pasó. Dio las gracias y se fue. Así que yo misma lo dije, y nos besamos entre las risas de los invitados. El momento de salir fue mágico, pues había estado preocupada por meses de si se verían las burbujas, de si todos entenderían qué debían hacer para la salida y de que no lloviera, etc. Y cuando al fin salimos, fue realmente mágico ver a toda nuestra familia y amigos recibiéndonos con aplausos, amor y las burbujas.
Luego de los abrazos, corrimos para nuestra sesión de fotos con nuestros damas y caballeros de honor, que se veían guapísimos. Hicimos fotos increíbles y luego nos llevaron al salón. Para entonces sí llovió, y amablemente nos cambiaron el carro. Corrimos con mucha suerte, pues nos tocaron dos preciosos coches, así que hicimos el recorrido por la calle principal de la ciudad rumbo al salón. Muchos coches se paraban a tocarnos el claxon en señal de festejo, otros nos tomaban fotos en los semáforos y algunas personas nos aplaudían. Fue realmente bello ese trayecto, pero aún faltaba lo mejor.
Llegamos al salón, y ya estaban varios de nuestros invitados disfrutando del cóctel de bienvenida que les habíamos preparado. Mientras nos tomaban fotos en el interior del salón, nos percatamos de que todo había quedado tal cual lo pedimos y soñamos. Incluso ver el pastel nos llenó de emoción, pues lo habíamos diseñado juntos. Tenía las pequeñas luces led, las rosas y el detalle que habíamos dibujado meses antes, y verlo materializado fue genial.
Llegó el juez y prácticamente corrimos al jardín porque entre tanto ya habían pasado 20 minutos de lo que teníamos programado. Aunque por la premura no tuvimos la entrada que habíamos planeado, la ceremonia civil fue mucho más bonita de lo que imaginamos, y pudo sentirse la calidez de todos ahí reunidos. Hubo hasta pétalos y luces de bengala, así que fue por mucho mejor de lo que teníamos planeado.
Llegó el momento de que pasáramos al interior y, mientras nuestros invitados se acomodaban en sus mesas, aprovechamos para tomarnos más fotos, ahora como esposos. Llegó el momento de la entrada, ¡estábamos súper listos con toda la actitud! Don’t Stop Me Now sonaba y el ritmo ya predecía la actitud de la noche.
Llegó el vals, fue mágico. El vals con los papás fue realmente emotivo, pues mi papá había partido al cielo apenas hace unos meses, y realmente sentí que en ese momento estuvo ahí. La cena fue deliciosa, pero más delicioso fue ver a todos disfrutando y saboreando los platillos que con tanto amor habíamos seleccionado para ellos. Pero no se esperaban las sorpresas que teníamos preparadas. De repente, inició la música rock, bajaron las luces y anunciaron la primera sorpresa: decidí que en vez de un baile sorpresa, le cantaría su canción favorita a mi ahora esposo, junto con el grupo que habían armado especialmente nuestros amigos músicos para nuestro gran día. Así que Creep de Radiohead fue la primera sorpresa. La verdad no tenía idea de qué hacer, pero solo dejé que todo fluyera, y fue increíble. Luego me pidieron cantar otra, y por supuesto que ya la tenía preparada por si acaso. Se convirtió, sin saberlo, en un segundo baile de esposos.
Llegó el momento del baile con todos los invitados, ¡el inicio de la fiesta! Todos súper prendidos con cumbias, salsa, reguetón, banda... de todo bailamos. Pero venía una sorpresa más: mi esposo tenía preparada una entrada especial con sus caballeros de honor, y dio paso al tradicional baile de la liga. Fue divertidísimo y muy inesperado. Lanzó la liga y yo el ramo, y lo genial es que en todo momento disfrutamos de la música, del baile y de toda la fiesta.
Después de bailar y bailar, llegó un momento realmente mágico y espontáneo. Pedimos que nos tocaran una canción, ya que teníamos a un gran guitarrista en el grupo y no queríamos desaprovechar la oportunidad de que nos deleitara con el solo de guitarra que más me gusta. Comenzó a sonar la canción y nos abrazamos para bailar. De un momento a otro, varias parejas hicieron lo mismo a nuestro alrededor. Fue muy romántico. De repente, estaba el guitarrista tocando ese solo frente a nosotros... ¡woooo! La fiesta explotó de emoción. Nosotros, eufóricos, bailando ese solo frente a nuestro guitarrista favorito de Morelia, y de repente November Rain se convirtió en una canción mágica e icónica de nuestra fiesta... ¡las emociones estaban al tope!
Y cuando parecía que habíamos cerrado con broche de oro la fiesta, llegó la banda regional. No paramos de bailar y disfrutar. Ya casi se nos olvidaba la tradicional pasarela a las mesas con nuestro cofre para la luna de miel, pero sí la hicimos y nos fue realmente bien, pues además de billetes, nos dieron muchas bendiciones y buenos deseos. Así terminamos el recorrido a tiempo para bailar una última canción con la banda y, ahora sí, cerrar la fiesta.
Todo fue increíble, y si algo aprendí, es que quizá al inicio puede parecer que las cosas no sean como esperamos. Lo importante aquí es proponerse disfrutar del gran día y sortear los imprevistos siempre con una sonrisa. Al final, es cierto que el primer reto como matrimonio es el día de la boda. ¡Así que ánimo! No dejen que nada se interponga en su felicidad, porque lo que realmente es valioso es el significado de unir tu vida con el amor de tu vida. La fiesta, la comida, los trajes, los invitados, aunque son importantes, no determinan lo afortunados que serán por tenerse uno al otro. Y aunque sí es hermoso recordar la fiesta y la ceremonia, lo realmente valioso y bonito es caminar cada día con tu esposo o esposa y forjar una bella familia. Lo importante es la decisión de casarse, no el cómo ni el dónde. Eso llega por añadidura, con buena actitud, y cuando tienes a la persona que amas en tu vida.
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