La boda de Esmeralda y Omar David en Comalcalco, Tabasco

En ese banquete tuvimos un pequeño brindis, recibimos algunas palabras de nuestros padres, e hicimos una breve oración de agradecimiento. Luego de eso disfrutamos la comida, todo en plan tranquilo, pero bonito (ya saben, sin música a tan alto volumen que no te deja oír al de al lado hablarte). Nos tomamos fotos con nuestros invitados, partimos un pequeño pastel, y al despedirnos de todos, salimos a COSTCO por algunos de los bocadillos que entregaríamos al día siguiente, después de la ceremonia religiosa.

Ambos decidimos que en lugar de una gran fiesta, queríamos realmente convivir con cada uno de los invitados, y darles algo de nosotros como agradecimiento por acompañarnos. Es por esto que planeamos lo siguiente: Tendríamos la ceremonia religiosa en la iglesia, es decir, todo el acto de oficiado (incluyendo la esperada entrada de la novia) para luego, en lugar de salir corriendo de la iglesia hacia un salón, poder entregarles a ellos algunos recuerdos de nuestra boda; (libretitas y unas pequeñas suculentas), además de algunos bocadillos. Todo mientras nos tomamos algunas fotos con los invitados que así lo desearan.

Para esto, Omar se encargó de recibir a los proveedores durante la mañana, la florería que arregló la iglesia, revisar el acomodo de las sillas, y llevar los bocadillos y bebidas que se consumirían después de la ceremonia. Esme estuvo alistándose desde temprano, fue al salón a maquillarse, peinarse, y regresó a casa a ponerse el vestido.

Cuando Esme iba en camino a la iglesia, tuvo que pasar de nuevo al salón, porque había llorado por las palabras de sus padres en su casa, y un ojo se le desmaquilló, y el maquillista la arregló, estando ella dentro del carro y el carro en media calle casi aunque no obstruyó el paso.

La oficiación ocurrió con normalidad, fue muy grato ver a familiares reunidos, algunos desde hace mucho tiempo de no verlos, pero felices de estar ahí. Obviamente, el momento más esperado fue la entrada de Esme, con su vestido (Esme estaba tan encantada con el vestido que lloró la primera vez que se lo probó. Eso no le pasó con ningún otro).

Esta vez el que tuvo que esforzarse en no llorar fue Omar (fun fact, lo logró y no lloró). Una vez estando en el altar, la ceremonia pasó con normalidad. Al final tuvimos un pequeño brindis, y Esme y yo cantamos juntos una canción.

El resto fue justo lo que describimos. Los invitados tuvieron oportunidad de tomar de los recuerditos que ofrecemos y los bocadillos, mientras algunos otros comenzaron a hacer fila para tomarse la foto con nosotros. No faltó el que nos regaló sobres con "bendiciones monetarias". Pero lo importante fue que tanto invitados como nosotros valoramos poder estar ahí compartiendo ese momento.

Para esto, teníamos planeado salir esa misma noche hacia nuestro nuevo hogar, en otro estado, por lo que tuvimos que salir con maletas de casa de nuestros padres, justo después de la boda. Pero íbamos muy felices de iniciar esta nueva vida juntos.

Si le sirve a alguien de experiencia, nunca te sientas presionado por las expectativas de otros. Es su boda, y la decisión que ambos tomen es lo que importa, y su nueva vida juntos.