La boda de Jorge y Aolani en Pabellón de Arteaga, Aguascalientes
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J&A
22 Oct, 2016La crónica de nuestra boda
El día más esperado. Soy Aolani, la (ahora) esposa que narrará el día más maravilloso que ha vivido hasta la fecha.
Jamás había sentido tal cosa. A decir verdad, me mantenía calmada por ver el nerviosísmo en toda mi casa y en mi esposo, así que procuraba estarme tranquila par ver si lograba calmarlos con mi estado. No estaba nerviosa, estaba emocionada, porque estaba segurísima del paso tan grande que daría ese día.Estaba rellena de felicidad. Jorge y yo nos propusimos no vernos sino hasta él estar en el altar para así poder tener esa foto tan esperada. La foto que revela si el novio estaba realmente contento de estar ahí. Pero fue todo muy rápido. La combi clásica con sus adornos ya listos, llegó por mí antes de que se fueran todos los recuerdos para los invitados junto con los arreglos de las sillas y mis hermanas al lugar. Mi mamá me vestiría hasta que solo quedáramos en la casa mi padre, el padrino, el fotógrafo, ella y yo.
Al estar solos, terminamos ciertos detalles y tomamos el camino (Aguascalientes, Pabellón de Arteaga) hasta Hacienda de Letras, preisamente a la capilla, dónde nos casaríamos más tarde. A unas cuadras de haber salido de la casa, el padrino se dió cuenta que si aceleraba la velocidad, las flores del arreglo se desprenderían, así que decidió irse con calma (no íbamos a más de 35 Km/hr) en carretera, nos pitaban los invitados que veían la combi arreglada mientras nos rebasaban.
Seguir leyendo »Y cuando por fin llegamos, sentí un gran alivio. Teníamos tres días sin vernos.
Al llegar, la capilla estaba sola, mis hermanas y Jorge trataban de hacer que todos los invitados pasaran a ella, pero aún no llegaba el padre que oficiaría la misa, (además la novia había llegado 15 minutos tarde) y aún faltaba la madre del novio por llegar. Cuando llegó el sacerdote (5:20 pm) la madre de Jorge llegó enseguida y el cortejo se pudo ir acomodando.
Y la foto prueba del novio decidido, no se logró por un bello ritual que el padre (que conocía a Jorge desde niño) se dispuso a realizar ese día con nosotros. Hizo que juntáramos nuestras manos (Jorge, mis papás, su mamá y yo), Jorge tenía que decirle a mis padres que cuidaría de mí y mi padre intentaba responderle (con un nudo inmenso en la garganta) que le entregaba a su hija más pequeña a él. Y entonces, todos partimos al altar entre lágrimas de felicidad y nostalgia con nuestra melodía favorita "Nuovole Bianche" de Ludovico Einaudi.Los anillos los llevó el único hermano de Jorge, las arras mi mejor amiga de la universidad, el lazo, sus mejores amigos de la preparatoria y el ramo, mi segunda hermana mayor.
La misa fue hermosa, el sacerdote que bien conocía a Jorge le mostró todo su afecto a lo largo de la misa, con bellas palabras y una linda celebración. Y al final de ésta, una llovizna nos esperaba fuera de la capilla. Lo bueno es que dicen antiguas tradiciones que lluvia un día de boda significa prosperidad, abundancia y fertilidad. Por eso no resultó ser un problema de ahí en más, solo fueron unos minutos de llovizna terminada la misa.
Enseguida, los invitados solo tenían que caminar hasta el arco de flores que se encontraba en medio de los viñedos dónde nos esperaba el juez (muy amable y divertido) para celebrar el acto civil dónde firmamos sobre una barrica vieja de vino (6:30-7 pm).
Tomamos las fotos bajo el arco de flores con todos los invitados al terminar la ceremonia civil y caminaron hasta la cava, dónde nos esperaba nuestra primer entrada formal como esposos. Recibimos a los invitados con el vino más delicioso de la casa y una selección de carnes frías y quesos para acompañar. Esábamos tan contentos que apretábamos nuestras manos entrelazadas por la emoción constantemente.
Al entrar a la cava juntos nos sorprendimos bastante porque habíamos olvidado totalmente los protocolos de una boda cuando nos recibieron con aplausos y felicitaciones. El lugar lucía totalmente hermoso, justo como lo imaginábamos.La comida fue deliciosa, la pedimos de un servicio de banquetes que también atienden un restaurante local. y tenía cierto sentido servir comida de ellos ese día. Ambos asistimos a un banquete servido por ellos el primer día en el que sin decírnoslo, sabíamos que queríamos estar el uno con el otro,
Hubo vino a morir. Literalmente. Nuestra boda fue íntima y sencilla, eran 55 los invitados para que pudiésemos celebrar nuestro matrimonio dentro de la cava de la Hacienda con las personas más cercanas a nosotros.
El banquete se sirvió a las 8, estuvimos bebiendo y platicando un rato entre todos, era una mesa dónde cabían como 30 de los invitados, dónde Jorge y yo quisimos quedarnos justo en medio, para poder estar con todos a la vez.
La gente ya estaba lista para bailar y aún nos faltaba nuestro primer baile como esposos y el último con nuestros padres. Pero justamente antes de levantarnos a bailar, apoyé mal la copa sobre la mesa y derramé vino en mi vestido. Me asusté y mientras Jorge se reía de mi habilidoso incidente, me fui ccorriendo a limpiarme. La noticia corrió tan rápido que en segundos llegó una copa con agua mineral que deshizo la mancha rapidamente. Ya solo esperamos a que se secara el vestido para levantarnos a bailar.
Nuestro primer baile, fue con la canción "Lucky" de Jason Mraz y Colbie Caillat. No ensayamos y estábamos nerviosos porque fuera un desastre, lo único que habíamos acordado era que cantaríamos junto con la canción o al menos moveríamos nuestros labios. Sin embargo, Jorge me sorprendió por completo. Siempre lo consideré el tronco de dos metros más hermoso del mundo, pero se movió tan bien en la pista que me guió de manera en la que lo disfrutamos y terminó por olvidársenos si había salido bien o mal. Al terminar la pieza comenzó "My Girl" de los Temptations, porque él la bailaría con "su chica" (su mamá) y mi papá con "su niña", casi partimos los cuatro en llanto, y después su mamá fue remplazada por mi mamá y mi padre por su hermano.
Algo divertido es que siempre nos bacilaban con la canción de 17 años de Los Ángeles Azules, porque Jorge luce más grande, nos conocímos cuando yo tenía 18 y él 23 y nos casamos cuando él tenía 24 y yo 19, así que seguían haciendo chistes sobre lo niña que me veía. Así que al terminar el baile con nuestros padres, abrimos la pista con esa canción: 17 años.
A partir de ahí, la pista no quedó vacía ni un solo segundo. Bailamos como nunca.
Casi a la media noche, la mesa de postres estaba casi desierta cuando recordamos que aún no partíamos el pastel. Nos estábamos divirtiendo tanto que se nos olvidó, lo partimos rápido y se les repartió a los invitados. No probamos nuestro pastel, ni siquiera de la manera tradicional en la que se hace porque ya estábamos muy llenos Jorge y yo.
Nuestra boda terminaba a la 1:30 del 23 de octubre, y casi a la una, ya cansada de tanto bailar, me fui a descansar a la mesa, dónde me quedé admirando mi ramo... Mi ramo tan bonito... Ahí fué cuando recordé que no lo había aventado.
Ya no habían más que 4 solteras en la fiesta, mis 3 hermanas mayores y la mejor amiga de Jorge. Me sentí tan avergonzada, que tomé una silla, me subí yo sola y grité que había olvidado aventarlo. Las chicas se acercaron y lo aventé. Lo hice tan fuerte que quedó en la zona del DJ, así que me pidieron volverlo a hacer. Extrañamente lo atrapó justo mi hermana que había sido la madrina del ramo. Jorge quería aventar la liga, pero no tenía, así que aventó el adorno floral que usa el novio en la solapa del traje y todos los solteros corrieron en dirección opuesta a él, excepto el prometido de mi hermana mayor, iba a recogerlo al fin cuando el padrino de lazo corrió a patear el arreglo mientras le decía que lo estaba salvando.
La fiesta ya estaba terminando y el padrino sacó su guitarra para hacer bohemia la noche, con unas 4 canciones que todos cantamos alegremente aunque la fiesta ya estaba terminando.
Fue un día maravilloso. De regreso a Aguascalientes ya íbamos cansados y medio dormitando en la combi, cuando por la velocidad se soltó el adorno floral en plena carretera, como si nos estuviera recordando que el día ya había terminado, pero nos quedaba un largo y hermoso camino por delante.
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