La boda de José Carlos y Monse en Zitácuaro, Michoacán

Al salir de la iglesia mis damas estaban esperando con pistolas de burbujas, burbujeros y campanas, todo se vio perfecto tal y como me había imaginado. Las fotos fueron enseguida, fotos con los pajes, damas y mi esposo, las cuales quedaron increíbles.

A las 2 nos fuimos al jardín, el cual está como a 5 minutos, para esperar al juez para nuestra boda civil. Al llegar vimos todo decorado justo como lo soñábamos, un ambiente cálido y navideño a pesar de ser diciembre- Entrar al jardín de su lado me llenó de nostalgia, me cargó y dimos vueltas, mi velo que era largo se enredó en sus pies, pero uffff... Todo controlado.

Llegó el juez y después de firmar y anunciarnos legalmente como esposos, las palabras que nos dijimos quedarán grabadas en el corazón: amor, confianza, comprensión, respeto, fidelidad y muchas palabras más que desde un inicio de la relación nos habíamos prometido, un amor infinito, más allá de cualquier espacio.

Comimos pechugas rellenas con espaguetis... Deliciosos, pensando seriamente pedir más, pero me detuve al saber que todavía faltaba el baile. Al iniciar el baile y estar con mi papá, salieron mis lágrimas, agradezco a Dios el que pude cumplir este sueño a su lado... Después hicimos un baile sorpresa con 6 canciones, la mayoría hip hop que es lo que nos gusta y aunque de los nervios no íbamos a la par, todos aplaudieron muchísimo al terminar. En el baile de damas tampoco íbamos muy parejas jajaja, pero nos divertimos mucho.

Algo diferente que pudimos hacer es que invitamos a los niños a tomar asiento para dejar pasar la víbora, el ramo, el mandilón y la liga y al final a ellos les hicimos una víbora de la mar para que se divirtieran y así fue... Afortunadamente la mesa de dulces alcanzó para todos y no se hizo desastre, hasta de dos vueltas pudieron pasar.

El grupo estuvo increíble, siempre todos estuvieron bailando y canté con ellos dos canciones dedicadas a mi esposo. Mi sorpresa fue que mi papá me hizo una canción y la cantó en vivo... Mi esposo y yo lloramos a moco tendido y corrimos a abrazarlo. Al final llegó la banda y comenzaron a dar chilaquiles y ponche, que se entibiaba muy rápido por el frío que dicen que hacía, yo no lo sentí, pero los chilaquiles deliciosos tanto así que me comí 4 platos, ustedes entenderán, ya sin nervios me entró el hambre.

Cómo siempre le había platicado a mi esposo, nunca tuve una fiesta grande y él pudo hacerla realidad, pero lo más importante es que fue de los dos, que festejamos el comienzo de una etapa maravillosa, en dónde sabemos que habrá momentos muy difíciles, muy divertidos, muy eróticos pero siempre estaremos juntos, uno al lado del otro... hasta el último barril de cerveza.