La boda de Marcos y Karina en Pachuca, Hidalgo

Era momento de elegir pastel, menú, padrinos y la aventura comenzó, solo 30 días para lograrlo pero es que todo ya vivía en mi cabeza solo tenía que hacerlo realidad, así que era hora de diseñar nuestro logo, ponerlo en cada detalle que pudiera, abanicos para la ceremonia, burbujas de festejo, nuestros detalles dulces, elaborar mis menús, quise que cada invitado tuviera algo de nosotros.

Mi objetivo siempre fue disfrutar después de haber esperado tanto y que todos lo hicieran con nosotros, así que los días pasaron tan rápido entre preparativos y pendientes, pero el día había llegado. La noche antes, como bien marca la tradición, me despedí de mi futuro esposito y partí hacia casa de mis papás, así que al despertar sabía que ese día tenía que ser el más maravilloso. Desayuné delicioso gracias al sazón de mi mami y justo momentos después llegó mi ramo exactamente como lo soñé, ahí estaba perfecto; pero nunca habría estado completo sin el relicario con la foto de la boda mis abuelitos y claro el día de sus bodas de oro, ellos tenían que estar cerca de mi aún cuando ya no estén físicamente aquí conmigo, pero me acompañarían en cada minuto de mi día.

Mi maquillaje fue hermoso y ese fue mi momento Disney Princess ese que creí que nunca sucedería ahí estaba yo frente al espejo enamorada de mi vestido que desde el día que lo elegí había esperado pacientemente en el armario porque sabía que nuestro momento llegaría. Hubo muchos detalles hermosos, mi mami toda un reina y mi papi todo un rey, mi hermano tan hermoso fue el encargado de llevarme a mi cita con el amor de mi vida. Las prisas nos tomaron por sorpresa y pues como bien dicta la tradición llegamos tarde unos minutos, después de todo era la novia tenía que hacer esperar.

Pero ese momento llegó, caminar hacia el altar del brazo de mis papás, y justo al frente ahí estaba tan guapo, mi mente decía corre abrázalo, comételo a besos, mi corazón se enamoró una vez más como cada día de él, pero la razón no me lo permitió. Cada palabra del sacerdote fue hermosa, una ceremonia muy amena, llena de momentos y cuando menos lo esperé pronunció las palabras mágicas "los declaro marido y mujer". Llegó nuestro primer beso de esposos y no pudo ser más perfecto.

Pero en ese momento la historia apenas comenzaba, porque nos esperaba una gran fiesta llena de diversión, el momento de disfrutar comenzaba y la sonrisa se volvería parte de mi outfit desde nuestra entrada al salón hasta el momento final esa no se borró. Comida deliciosa, bailar sin parar y mi vestido de princesa no me lo impediría, sin duda él y yo fuimos uno mismo, claro que también esa la bailamos porqué no.

Todo fue magia, pura amigos, familia, baile y diversión. Cada momento fue realmente inolvidable y en ese momento supe que la espera había valido la pena, pero cuando pensamos la noche estaba por terminar... llegó la cereza del pastel, mariachis solo para nosotros; un regalo de la familia que sin duda me llenó el corazón de gratitud y que nunca olvidaré.

Hoy sé que la vida siempre tiene tiempos perfectos, que este fue sin duda mi sueño hecho realidad y hoy puedo decir ya con seguridad que me casé con el gran amor de mi vida.