La boda de Miguel y Adriana en Ciudad Madero, Tamaulipas

La crónica de nuestra boda

En la mañana todo fluido en la reorganización por parte de mi coordinadora y resto de logística de ambientación con Iluminación por parte de Solounge por los cambios climáticos que se presentaron desde la noche previa. La mañana consentida en el salón de belleza Dorita, donde me hicieron facial maquillaje y peinado completamente a mi gusto y como previamente en la prueba habíamos acordado, acompañada de mi hermana y mi madre que también las dejaron hermosas ahí mismo. La fotografía puntual de Hernán Romero para la sesión previa a la misa con mi vestido. El carro hermoso e impecable esperándome fuera de mi casa para llevarme a la iglesia y ahí se desataron los nervios y emociones. Ver a tantas personas tan queridas por parte de nosotros ahí viéndonos tomar este gran paso. Mi ramo de novia precioso toleró mis apretones de nervios. La misa fluyó deliciosamente entre risas y palabras emotivas, al terminar más y más fotos con todos. Después una escapadita para la sesión de esposos en las instalaciones del bello hotel con la playa de fondo, ya se escuchaba la orquesta afinando y dando sus últimos ajustes, cuando la vimos dijimos "ya esta... no se va a dejar de bailar". La ceremonia civil en la arena, la jueza con palabras tan ciertas y hermosas que nos arrojaron al punto de lágrimas... el maquillaje resistió. Después unos minutos de descanso para la gran entrada y a bailar con todos los invitados viéndonos, bailamos lenta y románticamente perdidos en la mirada del otro, dimos paso al brindis, palabras llenas de sabiduría amor buenos deseos de la personas más sensata y querida, ya hacía hambre y nos sirvieron los platillos tal y como nos los dieron a probar en la degustación: bisqué de camarón, negrilla a la portuguesa y de postre canasta de chocolate con nieve de mango y frutas. Todo ese momento acompañado por performance de voces de la orquesta y el saxofón.