La boda de Rubén y Alejandría en Chihuahua, Chihuahua
Al aire libre Verano Fucsia 4 profesionales
R&A
06 Ago, 2016La crónica de nuestra boda
Creo en la magia desde el día en que me casé. La sentí en cada momento, en cada persona y en cada detalle. Nunca en mi vida había tenido la oportunidad de ver tanta gente a mí alrededor sonriendo y emitiendo tanta energía positiva, todos concentrados en desearnos lo mejor para ese día y todos los que quedan por venir. Nada pudo haber arruinado ese día tan especial, porque la magia del universo estaba presente.
Aunque nos casamos el sábado 6 de agosto, sentimos que las celebraciones comenzaron días antes, podíamos sentir la expectación de cada amigo y familiar que se preparaba para el gran día, un día que habían esperado tanto como nosotros. Nuestra primera celebración personal fue la llegada de mi querida amiga, Diana, que estuvo dispuesta a hacer el larguísimo viaje desde Colombia para asistir a nuestra boda como dama de honor. Llegó el jueves 4 de agosto a SLP, pasamos por ella a la terminal de autobuses a las 5:30 de la madrugada y a pesar de que ya llevaba por lo menos 10 horas de viaje, estuvo lista y dispuesta a seguir el largo viaje que nos llevaría hasta Chihuahua. Mantuvo la mejor de las actitudes durante el camino, a pesar de que nos ponchamos y eso retrasó 4 horas nuestro viaje y a pesar de que le tocó ir todo el camino sentada junto a nuestro perros. Diana fue un ángel durante todo el tiempo que estuvo con nosotros.
Seguir leyendo »Estaba planeado que llegaríamos a Chihuahua a las 4pm y mi prueba de peinado y maquillaje se programó para ese mismo día a las 5pm. Con el retraso llegamos por la noche y pensé que había perdido mi cita, pero Miriam (mi hermosa y hábil estilista) estuvo dispuesta a recibirme a las 9 de la noche y hacer la prueba sin importar a qué hora terminaríamos. Mientras tanto Rubén se encargó de trasladarse al hotel donde pasaría los próximos días solo, ya que mi mamá pidió que siguiéramos la tradición y permaneciéramos separados hasta el día de la boda.
Con todo el ajetreo y el retraso del viaje, muchos pequeños pendientes que queríamos atender el jueves tuvieron que ser resueltos el viernes. Teníamos programada una cita para hacernos un masaje relajante en pareja, pero Rubén insistió en entregar personalmente algunas decoraciones y los licores en el jardín, recoger a algunos amigos que llegaban esa mañana en avión y visitar algunos familiares, así que renunció a tomar el masaje. En su lugar le pedí a mi amiga Diana que me acompañara para no perder el pago del masaje para dos, que ya estaba hecho. Optamos por un masaje de drenaje linfático para ayudarnos con el estrés y la masajista nos advirtió que si no dormíamos después del masaje podríamos sentirnos muy cansadas más tarde… pero no puedes tomar una siesta relajante con todas los cosas que van ocurriendo al mismo tiempo un día antes de tu boda.
La casa de mi mamá se transformó en una especie de módulo central de operaciones, así que todos los invitados que llegaron de fuera de la ciudad llegaban primero ahí para que se les diera indicaciones sobre dónde se iban a hospedar, a qué hora debían estar listos al siguiente día o qué podían hacer para ayudar. Así que regresando de mi relajante masaje linfático, la casa estaba llena de gente marinando carne, preparando el asador, poniendo cerveza en las hieleras, haciendo llamadas a hoteles, familiares, proveedores y a otros invitados, convocando más gente, y yo casi en pijamas, con el cabello revuelto y el cuerpo lleno de aceite aromático.
Saludé a todos a las rápidas, recibí felicitaciones y un par abrazos. Alguien me puso una cerveza en la mano y mi mamá me alejó de todos y me llevó directo al baño con la instrucción de que debía apurarme porque había más gente que también quería bañarse. Cuando salí del baño vestida, maquillada y con el cabello hecho una sopa ya no había nadie en la casa, solo quedaban Diana y mi mamá. Fué de película, hasta pensé que tal vez me había quedado dormida en el baño y no me di cuenta. Pero mi mamá me explicó que mandó a todo el mundo a hacer diferentes tareas, a recoger a otros invitados que llegaban en autobús o en avión, a comprar más comida porque no iba a alcanzar, a bañarse en casa de mi tía o en las habitaciones de hotel de alguien más. Eso nos dió tiempo de acompañar a mi mamá a que se hiciera su pedicura y yo aproveché para tratar de localizar a Rubén, que había ido a comer con su familia.
Cuando regresamos a la casa de mi mamá ya estaba llena otra vez, y esta vez con mucha más gente asando carne, tomando cerveza, haciendo más llamadas, saludándose, conociéndose, comiendo y riendo, niños corriendo, gritando y llorando, ¡era toda una fiesta! De pronto llegó Rubén y empezaron las felicitaciones, chistes, abrazos y los buenos deseos. Pasamos un rato muy agradable y de pronto la gente comenzó a irse, muchos estaban cansados de los viajes que habían hecho, los niños debían acostarse y mi mamá necesitaba descansar de todo ese ajetreo en su casa.
Los amigos de Rubén venían de Ciudad Juárez y de su pueblo, y entre todos pagaron las noches de hotel para él (y para mi después de la boda) y decidieron hospedarse todos ahí mismo. Como no pasaban de las 7pm cuando la gente por fin se fue de casa de mi mamá, los amigos de Rubén nos invitaron a una “mini despedida de solteros”, así que fuimos a seguirla a la alberca del hotel junto con todos los compañeros que viajaron de SLP a acompañarnos. Hubo más cerveza, algunos snacks, muchas anécdotas de la infancia y la juventud de Rubén, chistes subidos de tono y más felicitaciones.
Llegué a casa de mi mamá a las 10pm totalmente agotada del masaje, de tanta fiesta, de tanta gente y de tantas emociones. Pensé que con los nervios me iba a entrar el insomnio, y hasta tenía preparada una pastilla que me dio una amiga que es médico, pero estaba tan cansada que caí rendida en cuanto toqué la almohada con la cabeza, y no supe más de mi hasta la mañana siguiente.
Dormí tan bien que me levanté medio tarde, tengo años levantándome a las 8am a más tardar, pero el día de mi boda me levanté 15 minutos antes de las 10 de la mañana y a las 10:30 tenía la cita para el peinado y maquillaje. Me bañe lo más rápido que pude y llegamos al peinador, todas con el cabello aún ensopado. Miriam decidió dejarme a mí al final, así que mientras mi mamá, mi amiga Diana y una prima se embellecían, yo recibía miles de felicitaciones por Whatsapp y Facebook. Cuando menos lo pensé eran las 12 del día y llegó Lupita, mi súper fotógrafa, lista para capturar cada segundo del “getting ready” entre bromas y maquillaje.
El resultado de mi peinado y maquillaje fue aún mejor de lo que ví en la prueba del jueves. Me sentía hermosa cuando por fin me colocaron el velo y el tocado de flores naturales. Lupita no dejó pasar la oportunidad de aprovechar la luz del patio para hacer algunas tomas en “close up” del resultado final y cuando terminó estábamos listas para regresar a casa de mi mamá para ponerme el vestido. Resultó que había tiempo suficiente hasta para hacer una comida rápida, y aunque yo no tenía mucha hambre me comí un par de quesadillas y una costilla, porque no estaba segura de cuándo podría volver a comer.
A las 3pm me levanté de la mesa, me lavé los dientes y había llegado el momento de ponerme mi hermoso vestido, pero mi hermana aún no llegaba. Había pagado un paquete de peinado y maquillaje con otro estilista y terminaron con ellas tardísimo. Había esperado que mi mamá y mi hermana aparecieran en las fotos poniéndome el vestido, pero mi hermana no logró llegar a tiempo. Así que entre mi amiga Diana y mi mamá se encargaron de todo, y en un instante me transformaron en una hermosa novia, un toque de perfume y la magia estaba hecha.
A las 4pm llegaron mi hermana y mis tías, por fin peinadas y maquilladas, y a partir de ese momento la casa se transformó en un caos. La ceremonia simbólica sería en el jardín a las 5pm y era necesario salir de casa máximo a las 4:30 para llegar a tiempo, así que todas se volvían locas tratando de ponerse vestidos, zapatos y joyas en el menor tiempo posible. Entre gritos, correteadas, zippers atorados y zapatos perdidos llegó mi papá y me vió vestida de novia por primera vez. Me abrazó y me besó, incapaz de pronunciar una sola palabra, y la magia quedó brevemente interrumpida por Juan Luis, el novio de Miriam (mi estilista), que se había ofrecido a ser el chófer del carro de novios. Llegó puntualmente a las 4:30 con la camioneta lavada y adornada, vestido y perfumado para la ocasión.
Mi papá me acompañó en la camioneta hasta el jardín, tratando de llenar el vacío con conversación y chistes, nos tomamos algunas selfies y cuando menos pensé habíamos atravesado media ciudad y estábamos en las puertas del jardín, había llegado el momento.
Rubén esperaba adentro, junto con su familia, ansioso por verme vestida de novia por primera vez y caminando hacia el altar. Cuando todos estuvieron listos y tomaron su lugar le taparon los ojos a Rubén y yo entré en el jardín acompañada por mis padres, cada uno sosteniendo uno de mis brazos, con música de Bach como fondo. Una vez que llegué al altar Rubén se descubrió los ojos y la mirada de asombro al verme quedó grabada para siempre en mi mente y capturada oportunamente en cámara por la maravillosa Lupita.
La ceremonia simbólica fue diseñada para nosotros por un gran amigo, que viajó desde Toluca solo para oficiar nuestra unión al calor de la soleadísima tarde Chihuahuense de verano. Cada uno de los momentos compartidos en esa ceremonia fue tan especial, que al final todo el mundo derramó un par de lagrimitas escondidas. Primero fué el turno de mis hermanos de dedicarnos unas palabras, luego pasaron los hermanos de Rubén, y desde esos primeros intercambios de bendiciones y buenos deseos empezaron las lágrimas. Escuchar a mis hermanos y cuñados decir que están orgullosos de nosotros y que nos ven como una pareja ejemplar fue más de lo que pude imaginar. Luego vino el turno de nuestros padres y al momento de tomar el micrófono mi suegra simplemente rompió en llanto y no pudo decir absolutamente nada, fué uno de los momentos más emotivos de la ceremonia y creo que dijo mucho más con esa acción que con cualquier discurso. Finalmente tuvimos la mágica oportunidad de decir nuestros propios votos, no los que te impone la religión, si no aquellos que vienen del alma, de la convivencia diaria, de conocer y amar a la otra persona. De pronto el aire se llenó del olor de las gardenias de mi ramo y mi tocado y Rubén dijo las palabras más bonitas que he escuchado, comprometiéndose a amarme, cuidarme y respetarme por el resto de su vida frente a las personas más importantes para nosotros, luego vino mi turno y no pude evitar que la voz se me quebrara mientras prometía amarlo y apoyarlo para siempre.
Al terminar nuestra ceremonia simbólica tuvimos unos minutos para tomarnos algunas fotos con la familia, pero teníamos que apurarnos porque nos esperaban en Quinta Gameros para la sesión formal… o eso creíamos. Cuando llegamos a la Quinta, el guardia no nos permitió la entrada porque había un evento y estaba cerrado para el público en general. Mientras Lupita discutía con el guardia y pedía ver al encargado del lugar, llegaron nuestros padrinos de arras y después de los saludos y las felicitaciones y de darse cuenta de que no podríamos tomarnos las fotos en la locación que habíamos elegido, propusieron tomarlas en las calles del centro de la ciudad. A Rubén y a mí nos pareció una excelente idea, un giro inesperado a las típicas fotos que todas las parejas de Chihuahua se toman en la Quinta Gameros, y además será un bonito recuerdo de las calles de la ciudad que amo tanto. Nos quedaba poco tiempo para tomar las fotos, ya que la misa sería a las 8pm y debíamos llegar 15 minutos antes. Pusimos manos a la obra inmediatamente, nos detuvimos en algunos lugares que nos parecieron lindos, nuestros padrinos de arras nos ayudaron a acomodar alguna toma, hicieron un par de propuestas, y cuando menos pensé ya era el momento de ir a la iglesia.
Al llegar a Catedral, la novia que salió de la misa de las 6pm seguía frente a la puerta recibiendo saludos y felicitaciones. Esto representó un problema de logística para nosotros, porque teníamos que acomodar a la corte frente a la puerta para comenzar el cortejo, y tuvimos que hacerlo a un costado de la Catedral y luego mover a todo mundo justo antes de la misa, por poco entramos tarde. Pero en lugar de hacer corajes, lo único que se me ocurrió fue pensar que dentro de una hora nosotros estaríamos en la misma situación que esa feliz pareja que se casó justo antes de nosotros.
De pronto estaba caminando hacia el altar, precedida por el cortejo y del brazo de mi papá, que por segunda vez en un mismo día tendría que entregarme a los brazos de mi marido. El olor del incienso y de la madera antigua siempre me han parecido deliciosos, y verme de pronto envuelta por ese aroma dentro de un edificio tan antiguo e histórico hizo mucho por tranquilizarme, cuando finalmente llegué al altar y fui recibida por la sonrisa enorme de Rubén envuelto en una nube de incienso, los nervios se fueron y me olvidé de todo lo que no fuera el momento presente y la mano de Rubén en la mía.
Confieso que hace tiempo que dejé de profesar la religión católica, pero aún conozco de memoria el ritual de la misa: cada elemento, cada rezo, cada contestación y cada momento de recogimiento de la eucaristía. Seguir la ceremonia católica me resulta relajante y es una experiencia espiritual aun cuando no soy creyente. El coro hizo un trabajo maravilloso, cantaron todos los cantos más felices que conozco y los que considero más adecuados para una celebración de amor y vida. Canté en voz alta todos los cantos y recé en voz alta todos los rezos, y eso me ayudó a disfrutar al máximo la ceremonia.
Llegó el momento de intercambiar arras, anillos y votos, fue tan rápido que quedé desconcertada. El padre debió ver mi cara, porque terminó diciendo con una sonrisa: “listo, ya están casados”. Cuando asisto a bodas como una invitada siempre me parece que el sacramento roba mucho tiempo a la ceremonia, pero en mi propia boda me resultó extrañamente corto. La homilía fue muy amena, llena de pequeñas bromas hechas por un padre que se nota que además de relativamente joven están en contacto con la realidad de la gente, recuerdo haber sonreído durante todo su discurso, comentando con Rubén los chistes del padre. Luego vino el lazo, firmamos el libro, y en un suspiro la misa había terminado. Tomé el ramo que debía dedicar a la Virgen, y aunque no creo en esas cosas me arrodillé frente a su altar a pedirle felicidad para mi matrimonio y un solo deseo de mi corazón, si ella es real sé que me lo cumplirá.
Tratamos de salir de la iglesia lo más rápido posible, al mismo tiempo que recibíamos las felicitaciones y abrazos de nuestros familiares y amigos, y al subir por fin al carro de novios de pronto nos dimos cuenta de lo agotados que nos sentíamos. Lupita seguía a nuestro lado como una sombra, no me había fijado en ella desde que entramos a la iglesia y de pronto apareció de la nada en nuestra camioneta tomando más fotos y lista para seguir nuestra boda en la recepción.
La recepción empezó a las 9, nosotros llegamos a las 9:30 y ¡ya estaba lleno! Mientras yo me tomaba unos minutos para retocar mi maquillaje, recoger la cauda del vestido, retirar el velo, cambiar el tocado, etc, mi recién estrenado marido aprovechó para dar algunas instrucciones de último minuto a los meseros y guardias. En la invitación decía que los primeros en llegar recibirían una caguama y a todos les pareció la idea más original y divertida para una invitación de boda, además de ser algo que le ponía un toque muy propio, tanto fue el entusiasmo que la gente llegaba al jardín preguntando por su caguama y se acabaron en un suspiro.
El DJ vino corriendo a recoger la USB con la música y el video, y de pronto empezó a sonar nuestra canción de entrada (Don’t Stop Now- Queen) y llamó a la gente a recibir con un fuerte aplauso a los nuevos esposos. No esperaba que la gente aplaudiera tanto, me emocioné muchísimo y llegamos a la pista de baile con una sonrisa enorme listos para bailar nuestro primer vals. Las notas de nuestra canción empezaron a sonar (Eso es vida- Robi Draco ft. Juan Luis Guerra), sentí las manos de Rubén rodeándome por la cintura y el mundo desapareció en una bachata y regresó con la última nota de la canción, cuando el DJ llamó a nuestros padres. Para bailar con mis papás elegí la canción de la clásica película Casablanca: “As time goes by” porque me recuerda muchísimo a mi papá y todas las cosas que me ha enseñado, además de que la letra me parece muy adecauda para el momento. Para bailar con mis suegros Rubén eligió “Por ti” de Oscar Chávez, principalmente porque en su familia aman a ese cantante y es una canción especial para sus papás. A partir de ahí todo fue fiesta, fotos, más abrazos, bailar y bailar hasta que dolieron los pies.
Por alguna razón las mujeres casadas no se quisieron levantar y las solteras eran pocas, y a pesar de que mis damas hicieron labor de convencimiento con todo mundo al momento de lanzar el ramo terminé con una víbora de la mar súper pequeñita, no más de 10 mujeres. Al lanzar el ramo se deshizo en varios ramilletes, no porque así lo haya planeado sino porque estaba pesado y era natural, pero dio el efecto de que pareciera que llovían flores y fue hermoso. Al momento de lanzar la liga se levantaron prácticamente todos los hombres (casados, solteros, o en duda), con sus mandiles rosas, en la víbora de la mar estuvieron a punto de tirarnos de las sillas varias veces y hubo una batalla campal que terminó por ganar mi padrino de arras que ya está casado. Mucha risa nos dió eso, porque el ramo (o lo que quedó de él) se lo ganó nada más y nada menos que ¡su esposa! (el mango con las dos o tres flores que quedaron en él le golpeó la cabeza).
Antes del brindis se apagaron las luces y el DJ llamó a Rubén a la pista, para recibir un regalo de su esposa. Era el momento de pasar por las pantallas el video que preparé con tanto secreto y esfuerzo. Sonaron las primeras notas de la canción y en cuanto aparecieron las primeras fotos Rubén soltó el llanto y la risa al mismo tiempo, podía ver toda la mezcla de emociones que estaba viviendo en su cara y supe que había sido el regalo perfecto. Me abrazó al final y me dió las gracias de todas las formas posibles. Mi hermano de pronto tomó la palabra en el micrófono y nos dedicó unas palabras hermosas para el brindis, junto con la canción de Frankie Valli “Can’t take my eyes off you”. Mi copa estaba tan llena que terminé por tirarme el vino encima al momento de brindis, pero ni eso empañó mi felicidad y mi diversión. Partimos el pastel y seguimos disfrutando de la fiesta, bailando y paseando entre las mesas. Casi a punto de terminarse la fiesta llegó el mariachi y fué el momento de ponerse románticos, empezaron por cantar “Novia Mía” y “Perfume de Gardenias”. Luego fueron por las mesas cumpliendo las peticiones de los invitados que a partir de la 1:30am comenzaron a despedirse, con la promesa de presentarse a la tornaboda el día siguiente.
Al compás de la música mexicana llegó el final del día, un día que planeamos entre dos durante meses con dedicación y esfuerzo, y del que solo quedan los recuerdos, las emociones y las fotos, pero que tengo la fortuna de revivir en la memoria todas las veces que quiera. Ahora, cuando me preguntan si un solo día y sus breves momentos valen la pena todo el gasto y el estrés, respondo que me volvería a casar con el mismo hombre maravilloso todos los años si pudiera hacerlo.
Servicios y Profesionales de la Boda de Rubén y Alejandría
Otros Proveedores
Otras bodas en Chihuahua
Ver todas
Quinta Victoria
Salón y Terraza Anita
Finca Las Bugambilias
Inspírate con estas bodas
19 comentarios
Deja tu comentario