La boda de Samuel y Brenda en Xochimilco, Ciudad de México
Elegantes Invierno Dorado 2 profesionales
S&B
07 Dic, 2019La crónica de nuestra boda
Fue emoción, nervios, no sé… todo en uno.
Mi suegro tras dos horas de viaje fue por mí a casa de mi mami, con su camioneta adornada, todo nervioso pero hermoso. Llegué al lugar y me sentía flotando, vi el jardín con sillas blancas perfectamente acomodadas, listo para la celebración religiosa. A lo lejos, sin que el novio me viera, lo alcancé a ver y pensé en lo afortunada que era por tenerlo a mi lado y que todo era mejor a lo soñado. Esperé varios minutos en la camioneta mientras los fotógrafos me tomaban mil fotos. Una vez dada la señal y del brazo de mi mami fuimos caminando en el jardín rumbo al altar con la marcha nupcial de fondo interpretada por piano y violín, que no sé ni de donde salieron. La ceremonia fue hermosa, cada una de las cosas fueron explicadas (arras, anillos, manto, té amargo y vino). Siguió la boda civil breve pero con palabras hermosas, de allí seguimos con la sesión de fotos y posteriormente, de la mano de mi esposo, entramos al lugar en donde se llevó a cabo la fiesta.
Seguir leyendo »Todas las mesas perfectamente iluminadas con sus orquídeas como centro de mesa, la pista iluminada, mi mesa justo como la imaginé y yo siempre flotando. Llegó la hora de la foto con todos los invitados mientras se servía el menú a base de: ensalada de frutos rojos con queso de cabra, crema de cilantro con nuez de la india, pechuga de pollo rellena en salsa de 3 chiles con papa al horno. Llegó el momento del primer baile que obvio no habíamos ensayado ni planeado, pero desde mi perspectiva fue el mejor baile de mi vida, nos divertimos como niños, disfrutamos con todos nuestros invitados. Fuimos de mesa en mesa para más fotos, reímos, bailamos y fuimos más que felices. Llegó la hora del pastel en donde partimos uno simbólico porque nuestro menú incluía postre: dos deliciosos cheesecake de mango y uno de capuchino, no hubo ningún invitado que no quedara encantado con el menú.
Después en la noche prendimos luces de bengala gigantes viéndose todo el jardín como un bosque iluminado, y cuando nos dimos cuenta unos mariachis entraron por la puerta principal anunciando lo inevitable... la finalización del evento. Lo sentí como agua, todo un año planeándolo y se me fue volando, no porque fuera poco tiempo sino porque me sentí en un verdadero sueño.
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