La boda de Victoria y Eduardo en Saltillo, Coahuila

La crónica de nuestra boda

Los preparativos del día fueron una mezcla de emociones: entre la emoción, el nerviosismo y la felicidad, todo transcurrió de manera mágica. Me desperté temprano, con el sol iluminando suavemente la habitación. El equipo de maquillaje y peinado llegó a tiempo, y mientras me arreglaban, no podía dejar de pensar en el momento en que caminaría hacia el altar.

El momento más intenso fue cuando me puse el vestido. Era un diseño único, de corte sirena, con encajes que detallaban cada parte de la tela. Al mirarme al espejo, los nervios se apoderaron de mí. ¡No podía creer que el día había llegado! Mi madre y mi hermana me ayudaron a ajustarlo y, entre risas y lágrimas, me recordaron que disfrutara cada segundo.

Llegué al lugar de la ceremonia en un Audi A4 rojo, decorado con flores blancas y cintas. El trayecto fue emocionante; las calles por las que pasábamos parecían llenas de magia. Al llegar, todo estaba listo: una alfombra de pétalos de rosa marcaba el camino hacia el altar, y mis invitados me esperaban con sonrisas.