La boda de Zynas Moreno y Alexa Campa en San Jacinto Amilpas, Oaxaca

Enseguida llegó mi "equipo de producción", conformado por mi suegra, mi cuñada y una amiga, quienes desde la noche anterior habían sido el soporte para el éxito del evento. Ellas se encargaron de vestirme, desde el cierre del vestido, los zapatos, las mangas y los accesorios. Lo hicieron todo detalladamente. Terminamos con las prisas y nos dirigimos hacia una ex hacienda para tener una pequeña sesión de fotos, un lugar hermoso y accesible. Gracias a un amigo de la familia, que nos ayudó con el traslado, no demoramos mucho. Luego, nos encaminamos al salón justo a tiempo.

Al llegar a la quinta, todo estaba listo y muy precioso. Al entrar, te recibía un letrero de espejo dando la bienvenida, con un camino de piedra acompañado de canastos y una danza de flores blancas, moradas y verdes. A la izquierda, una mesa decorada con letreros daba instrucciones para un álbum de fotos instantáneas. Seguías avanzando y se apreciaba la decoración del cielo, con papel picado de colores, las mesas cuadradas con un camino de mesa lila que combinaba con un jarro de barro negro lleno de flores lilas y blancas, además de servilletas de tela hechas por un artesano solo para nuestra boda. En la mesa también había un plato color oro viejo y su respectiva loza.

Todos los detalles estaban en armonía y a nuestros invitados les encantó, al igual que a nosotros.

Tuvimos una ceremonia personalizada y al terminar, pasamos al vals. Fue un mix de canciones que definían nuestros gustos y personalidades, desde una canción de Disney hasta una india. No podía faltar "Soy un cacahuate" de Bob Esponja. Nos comentaron que no se esperaban ese baile. Nuestras madres nos acompañaron en un vals emotivo, mientras sonaban "Te entrego mi corazón" de Tercer Cielo y "Que me alcance la vida" de Sin Bandera.

Después, hicimos una dinámica de fotos con todas las mesas antes de que terminara una canción. Corríamos entre las mesas mientras sonaba "Yo quiero un héroe" de la hada madrina de Shrek. Fue divertido y así logramos tener una foto con todas las personas que nos acompañaron.

Realizamos un brindis donde cuatro miembros de nuestras familias nos dedicaron palabras, consejos y anécdotas.

La cena no podía esperar, así que fue lo siguiente. Había un menú en cada mesa con nuestros nombres y los tres tiempos a degustar: crema de cilantro con nuez, pasta poblana y una suprema en salsa de mango. La comida fue deliciosa y a todos les encantó. Para los más pequeños, hubo un menú infantil con nuggets, papas a la francesa y gelatina. Fue un éxito, tanto que algunos querían repetir.

El baile comenzó con cumbias y la gente no tardó en unirse a la pista. Luego vino la tradicional víbora de la mar. Las mujeres bailamos "Bandido" de Ana Bárbara para atrapar el ramo. Fue mucho más tranquila que la de los caballeros, quienes hicieron todo lo posible por hacer caer al novio. Incluso algunos fotógrafos tuvieron que sujetarlo para que no cayera. La verdadera víctima de esta parte fue una silla rota. Bailaron "Bomba" para atrapar el boutonniere y, después, tomaron al novio y lo lanzaron al aire varias veces. Siempre temíamos que no lo atraparan.

Seguimos con más baile y partimos el pastel, que era pequeño y simbólico, con unos muñequitos de novios en la parte superior. Tenía sabor a vainilla y zarzamora, acompañado de una mesa de postres regionales de Oaxaca.

Las tradiciones oaxaqueñas se hicieron presentes con las marmotas y canastas de dulces. Muchos invitados eran de otros estados, así que esta parte fue muy divertida y bonita. También tuvimos las tradiciones norteñas con el famoso baile del billete, donde los invitados dan una cantidad voluntaria a los novios para bailar con ellos.

La fiesta continuó con música variada: cumbias, norteñas, huapangos, reguetón, y hasta canciones de anime que todos cantamos al unísono. Se entregaron detallitos como espejos, ligas para el cabello, kits de uñas y caballitos de mezcal que se llenaban continuamente.

La fiesta no quería terminar, así que tuvimos que rentar una hora más de salón y DJ. Aún después de que todo acabó, muchos de nosotros nos quedamos afuera del salón. Nadie quería dejar esa noche encantadora y divertida, que sin duda no habría sido posible sin nuestras familias y amistades.